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Dios nos ha llamado y nos capacita a todos a ser santos: 

"Sean santos... porque Yo, el Señor, soy santo" (Lev 19,2; Mt 5, 48). Cristo vino al mundo para hacer posible nuestra santidad. Es por eso que en el Nuevo Testamento se le llama "santos" a los cristianos (1Cor 1, 12; Rm 1, 5; 1Pe 1, 15-16). Son santos solo si viven su fe (Apoc 21, 2.10). 

Los santos del cielo murieron en gracia de Dios.

Su santidad comenzó en la tierra.  

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